Dirección General de Docencia de Pregrado

La universidad de Tarapacá es consciente de los cambios que ha tenido la educación universitaria en las últimas décadas. Así mismo, reconoce que es su deber apuntar hacia una formación profesional del siglo XXI.

Hoy, la formación profesional no se encasilla en un entregar competencias y aprendizajes disciplinares a los jóvenes que ingresan a las aulas universitarias. Por el contrario, cobra cada día más importancia lograr que los estudiantes desarrollen competencias transversales tales como: habilidades sociales, compromiso social, gestión del conocimiento y la información basado en TIC´s, orientación a la calidad, autogestión e innovación y el manejo del idioma inglés como herramienta de competencia global y de desarrollo futuro.

Por otro lado, la diversidad y característica de los estudiantes que ingresan a la Universidad de Tarapacá hacen absolutamente necesario institucionalizar los apoyos que hoy se prestan a los alumnos para salvar sus brechas académicas y de desarrollo personal. Sobre todo, cuando se piensa en la fuerte diferencia que existe entre el perfil de ingreso que se considera necesario para enfrentar el mundo universitario y el perfil real que presentan los estudiantes a su ingreso. La universidad tiene el deber de llevar adelante los principios de equidad e inclusión y ello sólo se puede lograr a través de un esfuerzo coordinado, con plan de desarrollo específico y un fuerte énfasis en el aseguramiento de la calidad y eficiencia de los programas que se ejecutan.

Las tareas a enfrentar son de alta complejidad y abarcan todo el proceso de formación de los futuros profesionales, por ello la estructura de una dirección no es suficientemente amplia como para dar cabida a todos los procesos.

Por último, dentro de las tareas que una unidad de pregrado debe asumir están lo procesos de admisión. Ellos se han vuelto suficientemente complejos en lo reglamentario, así como en los aspectos de equidad e inclusión, que es necesario que estén integrados al resto de los programas que se ejecutan al interior de la universidad y, al mismo tiempo, se coordinen con los esfuerzos que se llevan a cabo en conjunto con el sistema escolar. Todo lo anterior muestra que una dirección de docencia basada en un modelo del siglo pasado es incapaz de enfrentar los desafíos del siglo que vivimos. Por ello se presenta a continuación una nueva estructura funcional a esos desafíos.